Palma de Mallorca - Ibiza - Palma de Mallorca ( 7 days - 210MN )

La majestuosa Palma, capital de Mallorca, es nuestro punto de partida. La monumental catedral que divisa el puerto de esta ciudad es la prueba de que conoceremos una isla plagada de una historia y una belleza sobrecogedoras. Recorrer su paseo marítimo, la seo y las calles adyacentes salpicadas de palacetes son una excelente forma de tomarle el pulso a la ciudad antes de lanzarnos al mar en nuestro barco de alquiler. Es un buen momento también para pensar en las compras que llenarán nuestra despensa y así no desaprovechar ni un momento del viaje.

Partiendo desde Palma, ponemos rumbo suroeste para llegar hasta el puerto de Andratx donde podremos amarrar sin problema. Algunos lo consideran uno de los embarcaderos con más encanto de la isla ya que, pese a contar con numerosos servicios destinados a turistas, sigue manteniendo la esencia de un tradicional puerto pesquero y nada reconforta más que disfrutar de un buen café mientras observamos la llegada de los barcos volviendo con la captura del día.

Desde la tranquila bahía de Andratx damos el salto a la isla de la fiesta: Ibiza. Nuestro lugar de bienvenida es la espectacular cala de Binirras, conocida mundialmente por sus maravillosos atardeceres y la fiesta de los tambores que se celebran los domingos de verano con un ambiente hippie que conquista a quienes tienen el placer de contemplarla. Fondear nuestro barco de alquiler en esta bahía y vivir el espectáculo del atardecer es uno de los mayores lujos del mundo. 

Sus aguas cristalinas y los fondos rocosos hacen de la cala de Binirras un lugar perfecto para la práctica de esnórquel, así que no olvides tu equipo y zambúllete para observar la fauna que vive en el fondo del mar.

Dejando atrás la paz de Binirras, surcamos las aguas hacia el noroeste de camino a una de las localidades más populares del mundo en lo que a vida nocturna se refiere: San Antonio. Esta ciudad acoge algunas de las discotecas de mayor fama internacional. Sus locales de ocio aglutinan a turistas llegados de todas las partes del globo lo que la hace perfecta para vivir un ambiente cosmopolita y observar espectáculos muy curiosos si decidimos sentarnos en una de las terrazas que salpican el paseo de San Antonio y convertirnos en testigos del ir y venir de los visitantes.

Tras disfrutar de una espléndida jornada en Formentera, volvemos a la hermana mayor de las Pitiusas, que nos servirá para visitar un tesoro de lujo al que luego nos referiremos. Desde Formentera navegaremos hasta la ciudad de Ibiza, ubicada en el sur de la isla. Podremos amarrar nuestro barco de alquiler sin ningún inconveniente en las dársenas de la ciudad, aunque eso sí, en temporadas altas es recomendable reservar amarre con tiempo porque los megayates invaden la zona trayendo a bordo a VIPs de todo el mundo. Una de los grandes encantos de Ibiza es que, pese a la amalgama de turistas que llegan a ella, sigue manteniendo el encanto de cuando los pagesses la habitaban. Hay mucha construcción turística, cierto, pero su casco antiguo, Dalt Vila, sigue transportándonos en el tiempo y encerrando lo auténtico en sus calles.

Siguiendo nuestra ruta os animamos a visitar una verdadera joya de las Baleares y a la que solo se puede llegar en barco privado o en helicóptero. Se trata de las isla de Tagomago. Este pedacito de tierra de apenas 1,5 km de largo poco más de cien metros de ancho es de titularidad privada, pero puede fondearse a su alrededor y disfrutar de un delicioso baño rodeado de lujo y muchísima tranquilidad. Como curiosidad sabed que solo hay una construcción en la isla, una exclusiva villa de aires Bauhaus, que puede alquilarse por 20.000 euros al día, y un faro que data de 1913.

Nuestro punto final a este itinerario náutico por Mallorca e Ibiza lo ponemos en la marina de Palma. Retornamos desde un enclave idílico y solitario a una urbe que aúna el aire mediterráneo que la empapa por los cuatro costados y la universalidad que se ha ido colando por sus poros. Amarramos nuestro velero de alquiler en su marina para despedirnos de un maravilloso entorno que sin duda nos habrá cautivado.